Participación juvenil

Según su definición, la participación juvenil es el compromiso activo de los jóvenes en sus propias comunidades. Ahora bien, ¿hasta qué punto este compromiso nos pertenece? ¿somos acaso partícipes de nuestras políticas? ¿está al alcance de toda la juventud?

La respuesta a estas preguntas es la existencia de participación juvenil sin la juventud, y es que el mundo muchas veces adultocéntrico que nos rodea toma decisiones sobre nuestras vidas, nuestras pasiones, nuestros intereses, pensando en lo mejor para nosotras pero sin que llegue a incomodar a los adultos.

Cuántas veces habremos escuchado que les importa lo que pensamos y luego no nos han dejado hablar, cuántas veces han invalidado lo que decimos porque no se adapta a lo que los adultos pueden pensar. Y es que el primer paso hacia una participación juvenil real y efectiva, es entender que esta no es de los adultos. En España hay 7.297.157 personas jóvenes, de las cuales muy pocas pueden o quieren implicarse en asuntos que les incumben. Pero, ¿por qué? Porque no se les hace partícipes, porque en una simple comida familiar al joven se le invalida lo que piensa, porque en una discusión a la joven se le hace de menos. ¿Cuántas veces hemos escuchado “la juventud de hoy en día no sabe nada del mundo, viven muy acomodados”? Innumerables veces, porque nuestro discurso no se acomoda, porque como juventud estamos rompiendo moldes, salimos a la calle a defender nuestros derechos, medimos lo que decimos, trabajamos por aquello en lo que creemos, nos preocupamos por la salud mental, luchamos por la diversidad y el respeto, por las mujeres. La juventud de hoy en día no es menos, no es peor que la de nuestros abuelos, padres o tías. Es distinta pero no menos válida, lucha acorde a lo que sufre.

Una juventud activa, comprometida, escuchada, partícipe es necesaria para que el mundo siga evolucionando. Por ello, existen distintas asociaciones que trabajan el asociacionismo juvenil. Ya sea el Consejo de la Juventud de España, la plataforma ‘Youth for Europe’ o el Proyecto Diálogo con la Juventud. O desde Scouts de España se lanzan muchas iniciativas que pretenden empoderar a la juventud, como ‘La Escuela de Jóvenes Portavoces por un Mundo Mejor’, ‘Interamerican Leadership Training (ILT), El Foro Rover, distintos cursos formativos…

Desde que somos pequeñas hemos experimentado lo que es ser una ciudadana activa a través de nuestros grupos scouts, ya sea realizando actividades de medioambiente, nuestra promesa, fuegos de campamento… todo aquello que hemos hecho ha sido para convertirnos en las personas con espíritu crítico que somos ahora, o en la que nos estamos convirtiendo. Gracias a la educación no formal que hemos recibido podemos ser el motor del cambio, podemos ser esas jóvenes que crean una red de participación juvenil, las que organizan una recogida de basura, colaboran con un refugio de animales, somos las jóvenes que se ponen la pañoleta en las manifestaciones, las que enseñan a los castores a hacer un rizo, las que se enseñan a sí mismas que son capaces de luchar por aquello en lo que creen. Porque es verdad que en muchos espacios no tenemos red de seguridad con la que poder expresarnos libremente, que tenemos que buscar los lugares concretos en lo que podemos debatir. Pero somos capaces de hacerlo, somos capaces de abrir ese camino para toda la juventud que vendrá luego, y de convertirnos en esas adultas que orienten su camino.

Pero ¿cómo?

  • Entendiendo que la participación tiene distintos niveles que requieren de un proceso y recorrido.
  • Asumiendo que la participación juvenil la protagonizan las personas jóvenes. No es llevada a cabo para comprobar lo bien que lo hace un adulto con ese grupo de jóvenes, sino trabajando en el potencial de cada joven.
  • ‘Los jóvenes ya no son como eran’. Efectivamente, debemos entender que los tiempos cambian y con ello debe hacerlo la forma de dirigirse a esta nueva juventud.
  • Es necesaria una motivación por parte de la persona que trabaja con estas jóvenes, aparte de las herramientas se debe querer trabajar con ellos.
  • No es un proceso de la noche a la mañana. Para conseguir una juventud partícipe se debe respetar el tiempo de aprendizaje, implicación y compromiso de cada cual.
  • ‘A participar se aprende participando’. Dejemos que los errores sucedan, que cada persona aprenda y se equivoque.
  • Lo importante es, sobre todo, el proceso. Un buen camino implicará a la juventud más que ansiar el resultado.
  • Debemos comprometernos con la participación, en el momento en que un grupo de jóvenes tenga compromiso y participación en un proceso lo va a tener en todos. Una vez que iniciamos el camino no se puede volver al principio.
  • La presencia de la persona adulta debe convertirse en irrelevante, esta debe ir perdiendo su ´poder’ respecto al grupo. Debemos recordar que la participación juvenil es de la juventud y el adulto no puede pertenecer siempre a ella.
  • Establecer contactos, redes, experiencias, evaluar el proceso, para crecer es muy importante comparar nuestro trabajo con otros y sopesar.

En conclusión, como juventud tenemos la voz del cambio que queremos ver en el mundo, somos el motor que puede impulsar todo aquello en lo que creemos. Tenemos el poder y compromiso necesarios. Necesitamos espacios seguros que nos empoderen y en los que seamos escuchadas, tenemos la capacidad, no dejes que nadie te quite tu voz.

Salomé Preciado Corresponsal Scouts de España

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