Edurne Pasaban, aún más cerca

primer plano de la alpinista vasca Edurne Pasaban

El sábado 17 de abril la alpinista Edurne Pasaban hizo cumbre en el Annapurna, un logro que la sitúa a tan sólo una ascensión para alcanzar los 14 ochomiles y convertirse en la primera mujer en coronar las 14 cimas. En su diario de expedición, Pasaban no entra en esta gesta pero sí dedica sus palabras a compartir su felicidad con quienes siguen sus retos y la apoyan en sus sueños, y adelanta su proyecto inmediato: comenzar la ascensión al Shisha Pagma.

El pasado año, Pasaban respondió a Scouts en plena expedición a esta misma cumbre en el Tíbet que ahora vuelve a afrontar. Sobre el papel, no pudimos publicar toda la entrevista, y nos dejamos algunas interesantes respuestas que ahora compartimos contigo y que dicen mucho de esta mujer luchadora y apasionada de la montaña.

La ascensión a los 14 ochomiles es toda una gesta, algo increíble pero, una vez conseguida, ¿significará un cambio en la manera de disfrutar o abordar la montaña?

Sí, supongo que una vez terminados los catorce ochomiles viviré la montaña de una manera algo diferente, no tan intensamente como los últimos once años, con dos o hasta tres grandes expediciones cada año. Supongo que bajaré el ritmo, y buscaré otros proyectos que no necesariamente serán esas catorce montañas. Pero sin duda seguiré vinculada a la montaña, no podría vivir sin ella, aunque como digo, este ritmo de actividad en el Himalaya no puede durar toda la vida. No lo sé, ya iremos viendo, de momento sigo al 100% en ello.

¿Qué aspecto o condiciones se han dado para que sea ahora -y no antes o después- el momento en el que mujeres como tú y tus compañeras estéis a punto de alcanzar la cumbre de los 14 ochomiles?

Es cierto que hasta ahora ninguna mujer ha conseguido completar los catorce ochomiles, pero Messner, que fue el primer hombre en hacerlo, no lo consiguió hasta 1986. Es una carrera difícil, y no mucha gente tiene la capacidad, la energía o la suerte de poder completarla. Desde hace diez años tres mujeres europeas estábamos haciendo expediciones al Himalaya con una progresión más o menos paralela, una chica austriaca, Gerlinde, una Italiana, Nives y yo y después de diez años, las tres estamos cerca de conseguirlo: Gerlinde y yo con 12 (en 2009) y Nives con 11. Al final parece que va a ser una mujer Coreana, que se ha tomado esto muy a pecho, la que consiga ser la primera, aunque su estilo es muy diferente al nuestro. Independientemente de quién sea la primera, supongo que esto significa que todo evoluciona y que las diferencias de género son, cada vez más, un tema muy superado en todos los ámbitos de la sociedad y de la cultura, de lo que el deporte es un espejo.

¿Qué le aporta la montaña?

La montaña me ha aportado y me sigue aportando muchas cosas buenas. Me aporta paz, libertad y seguridad. Paz al encontrarme sola frente a la naturaleza, sin ruido, sin prisas, sin estress, sin gente diciéndote lo que tienes o debes de hacer cada día. En la montaña yo decido, junto con mi equipo, qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo. No hay presión externa de nada ni de nadie, sólo la que nos ponemos nosotros mismos. Sensación de libertad por todo eso que te digo y por la naturaleza inmensa y salvaje que se encuentra en las grandes montañas. Me da mucha seguridad en mí misma, porque en las expediciones yo tomo las decisiones, y eso da mucha seguridad. Además la montaña me ha aportado grandes amistades, aunque otras veces me ha arrebatado a grandes amigos y eso es muy duro.

¿Se podría hablar de intercambio recíproco? ¿Qué siente que usted ofrece a la montaña?

Probablemente sí, aunque probablemente es un trueque, la montaña y los montañeros no trabajamos con la misma moneda. Nosotros a la montaña solemos darle siempre lo mejor de nosotros mismos, esfuerzo, trabajo y respeto. En una montaña depositamos muchísimas ilusiones y muchísimas horas de trabajo y esfuerzo. Eso es lo que le ofrecemos a la montaña. La montaña a cambio nos ofrece todo, su calma y su furia, su frío y su calor, sus cumbres y sus renuncias. Por eso es importante saber negociar con ella, tratar de salir ganando en ese intercambio diario con ella, que se hace cada día durante toda una expedición. Si sales ganando, vuelves a casa feliz y eufórico, pero si el trueque sale mal, se puede perder hasta la vida.

De alguna manera, ¿siente que cada ascensión es un viaje al interior de una misma?

Sí, cada ascensión supone una gran aventura, una gran expedición que requiere coordinar muchas cosas, logística, material, equipos, personas, presupuestos, etc. Pero además de todo eso, supone un viaje hacía el interior de uno mismo, donde se mezclan emociones, vivencias, amistades y se convive con culturas diferentes en paisajes maravillosos. Todo ello te hace viajar en el espacio, en el tiempo y en el interior de ti mismo. Por muchas expediciones que uno haya hecho, siempre se trata de una nueva aventura, de un nuevo viaje con un final incierto. Eso es lo que hace de la montaña mucho más que un deporte.

Su trayectoria profesional permite reconocer y valorar su gran constancia, trabajo, capacidad de superación y esfuerzo. ¿Cómo se va haciendo una a sí misma?¿Querer es poder?

Por supuesto que querer es poder. Supone mucho esfuerzo y trabajo, pero está claro que quien siembra acaba recogiendo. No soy quién para valorar mi trayectoria, pero si sé que no empecé a escalar ochomiles a los veinte años. Empecé en los Pirineos y allí fui cogiendo la experiencia necesaria para ir a los Alpes, y de allí a los Andes a enfrentarme a la altura. Después de muchos años, en 1998, hice mi primera expedición al Dhaulagiri en el Himalaya, pero no fue hasta 2001 que conseguí la cumbre de un ochomil que fue el Everest. Desde entonces hasta ahora he viajado dos o incluso tres veces al año, pero no ha sido hasta hace un año (en 2009) que me he empezando a dedicar profesionalmente a esto. Trabajé en la empresa familiar al principio, más tarde monté un restaurante y una casa de turismo rural que me permitía compaginar mucho mejor las expediciones, y he tenido que lavar muchos platos, servir muchas comidas y hacer muchas camas para poder pagarme las expediciones. Desde hace un par de años me he dedicado a buscar patrocinadores y ayudas que me permitieran dedicarme a esto profesionalmente, que también es un trabajo exigente. Creo que en este mundo que vivimos, para bien o para mal, nadie regala nada…

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