Bombas sobre los derechos humanos en Palestina

Bajo el estupor de las terribles imágenes, escuchamos noticias desalentadoras sobre una nueva espiral de violencia en el conflicto entre Israel y Palestina. Las hostilidades han alcanzado un nivel de violencia que no se veía desde 2014, desatada entre las fuerzas armadas israelíes y las milicias palestinas, que ha ido fraguándose a fuego lento durante el mes de Ramadán. En la noche del 22 al 23 de abril, más de un centenar de personas palestinas resultaron heridas en enfrentamientos con la policía, de las que una veintena tuvieron que ser hospitalizadas. Se encontraban protestando contra una marcha de cientos de ultraderechistas israelíes que se dirigieron hacia la Ciudad Vieja de Jerusalén en plena festividad sagrada  de quienes profesan la religión musulmana al grito de “¡muerte a los árabes!”. En torno a la misma entrada, jóvenes de Palestina se dedicaron a acosar a muchachos ultraortodoxos judíos que se dirigían a orar al Muro de las Lamentaciones. A esta situación se le sumó la amenaza de desalojo forzoso de varias familias palestinas en favor de colonos judíos en Sheikj Jarrah, barrio de en Jerusalén Este, en disputa desde 1948. El choque llegó a su punto álgido el lunes 10 de mayo, cuando más de 300 personas palestinas resultaron heridos en enfrentamientos con la policía tras el rezo en la mezquita de Al Aqsa, tercer lugar sagrado para el islam. Tras esto, milicias palestinas iniciaron el lanzamiento de cohetes hacia Jerusalén y el centro de Israel a lo que el ejército israelí respondió misiles y derribando un edificio. Hoy, 19 de mayo, 220 personas han muerto en Palestina, entre las que hay 61 niños y niñas.

La comunidad internacional sobre Palestina

Los intentos de mediación internacionales, especialmente de Naciones Unidas, Egipto y Qatar, han fracasado por el momento. Palestina pide la retirada del ejército israelí de la mezquita Al Aqsa e Israel quiere finalizar su ofensiva contra los mandos de las milicias, sus bases y los túneles de aprovisionamiento. Ante esa situación, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ha subrayado que la prioridad es que se detenga la violencia cuanto antes. «La lucha debe terminar. Debe detenerse de inmediato. Los cohetes y morteros por un lado y los bombardeos aéreos y de artillería por el otro deben cesar», ha dicho Guterres, quien ha advertido de que los combates pueden arrastrar a «israelíes y palestinos a una espiral de violencia con consecuencias devastadoras para las dos comunidades y para toda la región».

Scouts de España por el alto el fuego

Al igual que hicimos en 2014, desde Scouts de España manifestamos nuestro deseo de un alto al fuego que termine con la firma de un acuerdo de paz, justo y duradero que dé seguridad a la población, tanto a la israelí como a la palestina. Condenamos cualquier acto de violencia, repudiando el sufrimiento de cientos de miles de personas, exigiendo el fin de los ataques y el comienzo del trabajo orientado a la consecución de paz duradera y a la defensa de los derechos humanos en la región. Nuestra entidad promueve la educación en valores y la educación para la paz como herramientas clave para fomenta el derecho y las libertadas humanas para consolidar una convivencia pacífica. El lamentablemente cada vez, más creciente discurso del odio que, tanto en ese como en otros conflictos, invade las redes sociales y cala en la sociedad, no busca si no degradar, intimidar, promover prejuicios o incitar a la violencia contra las personas por motivos de su pertenencia a una raza, nacionalidad, religión, etc.

Educación frente al discurso del odio

Hacer frente al discurso de odio no significa limitar la libertad de expresión ni prohibir su ejercicio, sino impedir que este tipo de discurso degenere en algo más peligroso, como la incitación a la hostilidad y la violencia. Cuando hablamos de prevención de la radicalización o actitudes violentas debemos partir de la base que rige todo estado democrático: la educación.

La formación y en concreto la formación en los Derechos Humanos debe ser el eslabón principal en la prevención de la violencia. La educación en valores debe ser uno de los pilares sobre el que se estructuren las distintas ramas de conocimiento. Desde las últimas décadas estamos asistiendo a múltiples y crecientes expresiones de prejuicios y estos alimentan la dinámica de la agresividad, la violencia y el odio.

Hay incontables oportunidades en la vida diaria de defender los derechos humanos. Lo hacen desde la estudiante que contraargumenta un estereotipo acerca de las personas musulmanas o las personas refugiadas, hasta el compañero que impide una agresión contra alguien por el color de su piel, o quien no tolera que se humille a alguien por condición económica, etc. El día está lleno de actos de coraje como estos.

Salir en defensa de una persona amiga nuestra, un compañero o un desconocido es también un acto de defensa de nuestros propios derechos: cuando nos esforzamos por conseguir que nuestra comunidad sea más segura y más amable nos estamos asegurando de que el mundo sea un lugar más justo y pacífico.

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